20 Abr CADA HOGAR, UNA IGLESIA/colombia
La situación de Covid-19 con su correspondiente propuesta preventiva de cuarentena en la que estamos viviendo, y creo yo que la continuamos bastante tiempo más, deja una inquietud apostólica en nosotras religiosas al ver el sufrimiento de nuestros hermanos. Esta misma inquietud nos llama una vez más al “proceso de profundización y revitalización de nuestra vivencia eucarística y de su sentido apostólico”.[1]
En el nivel personal, al contemplar la fragilidad propia de cada una y la del mundo frente este organismo- el coronavirus nos lleva a una profunda dependencia en el Creador, solo Quien puede y tiene la última palabra, y a la adoración eucarística brotando del fondo de nuestro corazón encomendando todos los sufrimientos del mundo entero. Al hacernos pan en la oración, en la vida comunitaria, en las relaciones familiares y de amistad, en la misión apostólica vivimos cada vez más el sentido del compartir y entregar.
En el nivel comunitario, vivimos profundamente la fraternidad entre nosotras y el gozo de encontrar a Jesús Eucaristía en cada hermana a nuestro lado. En este tiempo de encerramiento, sentimos la gratitud honda de vivir en comunidad como un don de Dios para cada una en la vida religiosa.
En el nivel apostólico, el deseo de “poner a Cristo a la adoración de los pueblos”[2] nos lleva a la iniciativa de compartir su presencia viva en la Eucaristía – en el pan a los demás a través de la transmisión en vivo por internet de la adoración, como la hacen diferentes comunidades de las Esclavas en el mundo. Esperamos que todos tengan acceso a adorar a Cristo aunque virtualmente. Así se dice que “en la cuarentena, se cierran las iglesias, pero se abre una en cada hogar”. Además, la inquietud apostólica de acompañar a los pobres nos impulsa a ofrecer nuestra escucha y acompañamiento espiritual con la ayuda de los medios de comunicación.
De este modo, como “la Eucaristía es vida del Instituto”[3], es a la vez la vida de cada una de nosotras. Nos movemos en el magis de vivirla y dejarnos modelar por ella al modo de nuestro Señor presente en todas las cosas.
Anna Bui, aci
[1] Congregación General XX. P.36
[2] Apuntes Espirituales EE 1890
[3] Congregación General. P.36