03 May Entrar en su corazón, del que nacimos y seguimos naciendo
A fuerza de deshacerse planes, se realizaba el del Corazón de Jesús. En este tiempo venimos peregrinando hacia este encuentro, unidas a la humanidad, que experimenta el Misterio Pascual en la incertidumbre y sufrimiento que está suponiendo la pandemia.
Y gracias a que se deshicieron nuestros planes, diecisiete hermanas de 11 países, de 4 continentes distintos peregrinamos para llegar aquí. Algunas, hace 2 años, vienen abriéndose camino en medio de la pandemia para llegar a Roma, otras, hace menos. Pero todas con el mismo deseo de peregrinar al Corazón de Jesús, del que nacimos. Este tiempo no caminamos solas, nos acompañaron nuestras familias, comunidades, provincias, vecinos y toda la gente que ha compartido con nosotras. Ellos y ellas son parte de nuestra historia, que nos hace ser quien somos, con ellos llegamos aquí.
Comenzamos la Tercera con el acto inaugural en el que el Equipo General nos animaba a estar abiertas a lo que Dios nos quiera regalar este tiempo. Inspiradas en el nº 109 de las constituciones: “Consciente de su pequeñez, pero confiando en la fidelidad de Dios, aspira a vivir en un amor efectivo a Cristo en la Eucaristía y en una entrega real al servicio de los hermanos y hermanas.” Nos impulsaron con énfasis a vivir el amor efectivo y la entrega real a nuestros hermanos/as en una familia concreta, las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Todas compartimos que, a pesar de estar en un país que no es el nuestro, con Hermanas que no conocemos y de culturas tan ajenas a la nuestra, nos sentimos en familia. Nos da alegría comenzar juntas este camino de entrega definitiva en el Instituto.
Por primera vez, en muchos años, la Tercera se vive en XX Settembre, comunidad en la que Santa Rafaela vivió sus últimos años y donde su presencia se respira en cada rincón. Al llegar nos encontramos con una casa nueva, preparada para nosotras con múltiples detalles de cariño, que nos invitaba a preparar el corazón de la misma manera para abrirnos a esta nueva experiencia.
Terminamos la mañana con una Eucaristía donde se respiraba la universalidad y un ambiente de familia. Agradecemos al P. Cipriano Díaz SJ y a las Hermanas de Torricella y de la comunidad enfermería que nos acompañaron, y celebraron junto a nosotras la alegría de este momento.