03 Ene “Permanece en mi amor”
Profesión perpetua de Oanh y Michelle (Provincia de Estados Unidos)
Nuestra profesión perpetua podría haber sido diferente si no estuviéramos en medio de un aumento repentino de la pandemia: más miembros de la familia, amigos y hermanas hubieran podido estar presentes, tal vez podríamos haber celebrado en nuestra propia casa, nos habríamos sentido más libres para abrazarnos y tomar fotos juntos. Si bien podría haber sido diferente, lo esencial estaba presente y fue todo lo que realmente importaba: incorporarnos para siempre como miembros de este Cuerpo universal de Esclavas, ofrecer la totalidad de nuestra vida a nuestra misión de reparación en un mundo donde hay tanta necesidad de sanación, y declarar nuestro deseo de identificarnos con Cristo en las heridas de nuestro mundo “a toda costa.” Fue un privilegio para nosotras ser consagradas por Dios de esta manera, y sentimos nuestra pequeñez frente lo que Dios ha hecho en y con nosotros a lo largo de nuestros caminos individuales y el que compartimos. Sí, podría haber sido diferente, pero no cambiaríamos nada de lo que Dios nos regaló en este día tan empapado de gracia.
Yo (Michelle) compartí que hay mucho en nuestro mundo que puede hacernos sentir desesperanzados, pero es precisamente aquí, en lo que nos parece desastre total, donde Dios permanece y vive plenamente. Es aquí donde podemos encontrarnos con este Dios que decide involucrarse con nosotros y lo que nos parece una existencia desordenada. Dios ha hecho esto en mí, enseñándome a abrazar toda mi realidad para que pueda abrazarla fuera de mí. Para mí, esto es lo que significa “permanecer en su amor.” De alguna manera es buscar vivir en este Dios, quien vive tan plenamente en nosotros, que nos transformamos y todo se nos vuelve diferente. Durante tiempo he sido testigo de cómo Dios obra para transformar todo lo que nos parece obstáculo insuperable en lugar de posibilidad, y la increíble libertad que puede surgir de esto. El amor de Dios no conoce límites ni fronteras, y siento que solo puedo expresar mi gratitud de manera inadecuada, respondiendo a este amor que he llegado a conocer con la ofrenda de mi existencia al servicio de Dios y su sueño para toda la creación.
Para mí (Oanh), la profesión perpetua es mi respuesta definitiva a la llamada de Dios hacia una mayor intimidad, y como Esclava, esta intimidad se realiza en el Corazón de Jesús. Durante mi mes de ejercicios espirituales en Roma, Jesús me colocó en su corazón y me dejó escuchar sus latidos, el sonido rítmico de “lup-dup”. Me reveló que ese “lup-dup” está hecho de los latidos del corazón de Dios y la humanidad, de Jesús y yo misma… latiendo juntos uno al lado del otro. En el corazón de Dios siempre hay un espacio para el TÚ, para cada uno de nosotros, para toda la creación de Dios.
No fue una mera coincidencia que profesáramos nuestros votos perpetuos en la temporada navideña, durante la cual contemplamos de manera especial el misterio de la Encarnación. A través de Jesús, la Trinidad dice SÍ para siempre a la humanidad, SÍ para ser íntimamente unida con cada uno de nosotros, SÍ para abrazar nuestra vulnerabilidad, sufrimientos y heridas hasta el extremo. A través de estos votos perpetuos, uno mi SÍ con el SÍ de Dios para abrazar lo que Dios abraza, para permanecer donde Dios permanece, para desear lo que Dios desea.
Somos llamados a ser expertos en detectar este latido Divino en lo más profundo de nuestro ser, en cada persona que encontramos, especialmente en nuestros hermanos y hermanas que están marginados en nuestra Iglesia y nuestro mundo, y en toda la creación. En este “latir contigo” Dios nos susurra tiernamente a cada uno de nosotros: “Te amo. Siempre estoy contigo. Nada puede separarte de mi amor. No tengas miedo… caminemos juntos, latamos juntos por mi Cuerpo hasta el final “. Entonces, latamos con Dios, latamos unos con otros como cuerpo de Cristo, latamos juntos con Cristo por su Cuerpo hasta nuestro último latido.