24 Feb CAMINAMOS CONFIADAS…DEJÉMONOS TRANSFORMAR. TERCERONAS
Hoy queremos compartir con vosotras que ya estamos bien dispuestas para iniciar el día 1 de marzo el mes de Ejercicios Espirituales. Contamos con vuestras oraciones, vamos confiadas, dispuestas a ser transformadas.
En este mes y medio que llevamos de tercera probación nos acompaña con convicción y hondura creciente el lema que elegimos después de una semana compartiendo y discerniendo las llamadas personales y del Instituto y lo que implica estar en esta casa junto a Santa Rafaela Mª.
Os compartimos la reflexión de una de nosotras sobre nuestro lema:
CAMINAMOS CONFIADAS… (desde las raíces, a las raíces, desde el corazón, al corazón)… DEJÉMONOS TRANSFORMAR
“En primer lugar, permítanme compartir con ustedes por qué caminar en confianza es tan importante, ya sea en este viaje de tercera probación o en nuestra vida. Habrás escuchado a mucha gente decir que es difícil confiar en Dios, en esta persona, en esta hermana, de la manera en que lo haces. Pero, créeme, es más difícil no hacerlo…
Es difícil confiar en Dios, esto significa dejar ir lo que tú quieres. Significa cambiar tu voluntad por la suya. Significa dejar que las cosas sucedan, sin saber el resultado. Significa darse cuenta de que no tenemos el control. Si no confiamos en Dios, queremos que todo ocurra a nuestra manera. Y entonces, cuando las circunstancias se escapan a nuestro control, nos preocupamos, estamos ansiosas, nos sentimos frustradas, luchamos por los resultados, estamos distraídas e indiferentes frente a todo lo que no es lo que nosotras queremos, se estrecha la mirada … pasamos de un problema a otro…
Sin embargo, cuando optamos por confiar en Dios, estamos en paz. Hacemos lo que podemos, y confiadamente dejamos el resultado en sus manos. Las cosas no tienen por qué salir como nosotras queremos. Confiar en Dios es una elección. Es reconocer dónde quedan nuestras responsabilidades y dónde las suyas. Proporciona una sensación de garantía y seguridad. Cuando elegimos confiar en Dios, entregamos nuestra voluntad a la suya, sabiendo que lo que ocurra, aunque no sea lo que queremos, será para su mayor gloria y por ello para el bien de todos, incluido el mío. Cuando elegimos confiar en Dios, reconocemos que esta vida no es todo. Hay mucho más; sólo que aún no podemos verlo.
La experiencia me ha revelado, una y otra vez, que una vez que entrego el problema, el miedo, la frustración a Dios, Él me regala paz.
Viviendo en Roma, todos los días tenemos el privilegio de ver, y gustar el encuentro con Santa Rafaela y orar con ella, desear que nos contagie su corazón universal, humilde y confiado. Toda su vida, y en especial la pasada en Roma, esa vida “oculta” de 32 años es un testimonio válido y poderoso de su confianza en Dios. Es una llamada para nosotras a confiar plenamente en Dios, en su divina providencia, no sólo un día, ni 6 meses de Tercerona… sino todo nuestro corazón y toda nuestra vida. Sí, tienes razón al decir que es difícil confiar en Dios. Pero sin duda, el camino es más duro, triste, estrecho y oscuro cuando eliges no confiar en Dios.
Desde las raíces. Queremos ir a las raíces del corazón de Rafaela donde encontramos los intereses de Jesús, los sentimientos de Jesús … que se han plasmado preciosamente en el espíritu de nuestras fundadoras, de nuestro carisma. Gustamos nuevamente la gracia del carisma, hasta sentirnos identificadas con el proyecto de Dios en nuestras fundadoras, que se ha hecho vida en 145 años de historia. Constatamos que las Constituciones son un legado que se hace vida en cada hermana del Instituto, en cada país y comunidad a la que pertenecemos. Queremos leer nuevamente y profundizar más los documentos del Instituto, una historia de “hacerse y deshacerse planes”: Cimientos, Mirar al corazón, Cartas, Constituciones… ahí encontramos la fuente y la razón de ser de la Congregación para la Iglesia y el mundo. Son “un proyecto que debe madurar y consolidarse en el tiempo”, en y a través de nosotras… Además, caminamos nuevamente a las raíces de nuestra propia historia, nuestro primer amor, nuestra vocación… paso a paso con Jesús en el corazón y llevándonos de la mano; y lo hacemos juntas.
Aquí desde su Corazón, sus intereses, sus sentimientos, su mirada, su modo… dejémonos transformar… nuestro modo de mirar, de amar, de adorar y de servir paso a paso…
San Pablo dice: “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”… en Su Corazón encontraré la vida que siempre he buscado, la vida para la que nací. Buscaré naturalmente lo que es mejor para los demás; haré a los demás sólo lo que querría que me hicieran a mí, y encontraré compañeras fieles, amigos espirituales, en los que puedo confiar, con quienes caminar. Veré naturalmente la belleza en el aquí y ahora. Veré en las maravillas de lo ordinario, de las pequeñas cosas la presencia del Espíritu de Dios. Viviré vibrante y expectante, cada vez más intrépidamente. Aprovecharé la creatividad de Dios y viviré con entusiasmo, es decir, con la energía de Dios. Encontraré satisfacción, alegría, pase lo que pase en mi vida. Podemos descubrir que somos una con Dios, pero tenemos que morir a nosotras mismas, a través de la oración, el examen, el servicio…deteniéndonos, mirando y escuchando, a través de la Palabra de cada día, alertas a lo que pensamos, lo que sentimos y lo que decimos…
A esto estamos llamadas: a despertar, a despertar a nuestra propia unidad con Dios, a sentir dentro de nosotras la vida y la energía mismas de Dios, para que podamos decir con Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”… Esta es “la unidad de vida que requiere nuestra misión” y que en la tercera probación se nos invita a evaluar (C.105)
Por todo esto… y seguro que mucho más Caminamos confiadas… dejémonos transformar
Cándida Ribeiro, aci