13 Oct PROFESIÓN PERPETUA EN TIMOR: la alegría del encuentro
En l tiempo previo al inicio de la Tercera Probación, última etapa de nuestra formación antes de hacer la Profesión Perpetua, fui enviada a Timor, donde estoy desde hace aproximadamente un mes.
El pasado sábado, 7 de octubre, tuve la suerte de poder participar en la Profesión Perpetua de dos hermanas timorenses, Betty y Candy.
Ese día viví la experiencia de acoger y ser acogida; de acoger la diversidad de costumbres, tradiciones, lengua, comidas, gentes… y de ser acogida por tantas personas que, aunque no me conocían, me hicieron sentir como en casa y en familia.
Me emocionó especialmente el encuentro entre familias: la gran familia que son las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y la familia de cada una de las hermanas. Fué un verdadero encuentro de historias; la historia de cada una de las hermanas, sus raíces, su pasado… y la historia de la Congregación de las Esclavas, que comenzó hace más de 100 años con Santa Rafaela María y la Madre Pilar y que ha sido construida por tantas hermanas que nos han precedido. Y este encuentro sigue dando frutos en la vida de las personas, de la Iglesia y del mundo.
¡La ceremonia fue preciosa! El coro, que cantando en portugués, español y tetum, embelleció la ceremonia y nos ayudó a todos a rezar. El ofertorio, preparado con tanto cariño por las familias, donde ofrecieron lo mejor que tenían (fruta, verdura, pollos, cabras…). El abrazo de cada una de las hermanas presentes en la ceremonia, que simboliza la acogida de la Congregación a las dos hermanas. Y el “sí” definitivo dado por Betty y Candy “a toda a costa”.
A continuación, tuvo lugar un almuerzo que reunió a hermanas, familias, amigos y tantas personas que comparten la misión con nosotras. El ambiente era de celebración, alegría y gratitud.
Doy gracias a Jesús, que no se cansa de llamarnos de todo el mundo para colaborar en su misión de reparación. Le doy gracias porque siempre transforma nuestras vidas y la vida de las personas que se cruzan en nuestro camino.
Ese día experimenté la comunión en la diversidad, la familiaridad en la diferencia… la verdadera alegría del encuentro.
Margarida Vaz Pinto, aci