09 Jul MIRAR CON LOS OJOS DE JESÚS/COLOMBIA
A continuación, compartimos una historia más que nos invita a vivir el abrazo compasivo con el más necesitado y a hacer realidad la invitación del Papa Francisco de cuidar del otro, de nuestros hermanos migrantes y romper los muros que nos impiden el encuentro con los demás. Somos una sola familia, la familia de la raza humana.
Es la historia de Miranda* y su hijo Tommy que luchan en nuestro país por sobrevivir, es la historia del amor de una madre que nos invita a mirar al otro con los ojos de Jesús y a vivir la experiencia del buen samaritano
Esta es la historia que nos cuenta Miranda y de la cual damos fe.
Soy M. Rodríguez, de nacionalidad venezolana, titular de la cédula de identidad (…); madre de T. Rodriguez, de 17 años de edad, quien padece Parálisis Cerebral, se encuentra en silla de ruedas y utiliza pañales. Debido a su condición, ha sido intervenido quirúrgicamente en varias oportunidades en el Hospital Ortopédico Infantil, ubicado en la ciudad de Caracas, Venezuela (quedando pendiente una cirugía de cadera derecha).
Debido a la fuerte crisis en materia de salud, economía, alimentación y seguridad, entre otros, que atraviesa mi país de origen, Venezuela, y teniendo problemas por ser opositora al regimen del presidente Nicolas Maduro, me vi en la necesidad de emigrar hacia Colombia el 26 de julio del año 2019. Llegué a la ciudad de Bogotá, el día 28 de julio del mismo año, buscando mejorar la calidad de vida de mi hijo y seguir atendiendo sus necesidades en temas de salud.
Al llegar aquí todo ha sido cuesta arriba, nada ha sido tan fácil; por el solo hecho de ser venezolana, me ha sido negada la oportunidad de un trabajo en varias ocasiones y para conseguir arriendo tampoco fue fácil. Al enterarse de mi nacionalidad me dijeron que no en varios sitios, en un principio llegue a vivir con una cuñada y mi sobrina pero ellas emigraron a Chile y desde entonces me ha tocado sola con mi hijo, vivimos en arriendo en una habitación en el barrio Restrepo, he trabajado en reciclaje, vendiendo golosinas en la calle, haciendo turnos de limpieza en casas y turnos de ayudante de cocina, pero debido a la cuarentena y el COVID el trabajo ya no es tan estable lo que me ocasiona problemas para el pago del arriendo y la adquisición de alimentos y productos de primera necesidad para mi hijo.
Gracias al apoyo de algunas personas y especialmente de las Hermanas del Colegio Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, he podido solventar un poco el tema de la alimentación, también recibí de ellas una ayuda para emprender vendiendo comida, pero como es un puesto ambulante con un carrito de comida no he tenido receptividad de las personas que por allí transitan y realmente la venta ha sido poca e incluso me he topado con personas que me han ofendido por ser venezolana y después que me han pedido algo de comer, me dicen que no quieren nada con “venecos” y se marchan sin consumir nada.
Mi hijo Tommy necesita pañales, toallas húmedas, útiles de aseo personal, leche y alimentos para su consumo. Cabe destacar que por su condición se encuentra bajo de peso, en Venezuela el consumía Pediasure y luego Ensure, pero después me fue imposible seguir comprándolo. Mi hijo también requiere férulas para sus pies ya que, debido a su patología, sus pies se pueden ir deformando y el uso de férulas evita ese tipo de malformaciones que a la larga, resultan dolorosas para él.
Quiero ayudar a mi hijo, que lo puedan operar y ya no sienta dolor en su cadera.
M. Rodriguez
Como esta historia, tenemos varias que nos llegan cada día a nuestras puertas y que nos invitan a salir para implicarnos y complicarnos y sobre todo a romper los muros mentales que nos impiden “Contemplar el Corazón de Jesús y mirar al mundo con activa esperanza”.
Equipo de Movilidad Humana
Colegio de las R.R. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús- Bogotá.
*Nombre ficticio