EN CAMINO DE TRANSFORMACIÓN. Tercera probación

EN CAMINO DE TRANSFORMACIÓN. Tercera probación

“Una cualidad indispensable en una educadora es el amor a sus alumnas. Si este amor existe de verdad, ese amor le hará buscar en cada momento lo mejor para cada niña”. (Madre Cristina, 1951)

En los rincones de nuestras aulas, compartimos sobre el amor de Dios, hablamos de Dios que es real en la vida de cada persona. A lo largo de las experiencias en el campo de la enseñanza, siendo profesora de clase, tutora, conociendo las necesidades de cada alumno para acompañarle en su proceso de aprendizaje, descubrí que la enseñanza es una profesión novedosa. El profesor necesita ir más allá, tener una gran dedicación, que no es sólo enseñar, sino sacar lo mejor de cada alumno y ayudarles a descubrir los dones que Dios ha dado a cada uno.

Y aquí, en la tercera probación, tuvimos la oportunidad de profundizar una vez más en nuestro estilo educativo, en la educación evangelizadora. Disfrutamos contemplando a las primeras educadoras de las Esclavas a través de la historia llenas de gratitud e inspiración. Se dedicaron de lleno a “mirar especialmente a los niños, no como a los pequeños seres impertinentes que son por naturaleza, sino con el interés con que se mira algo muy precioso, pues cada alma ha costado la sangre del mismo Dios”. (Rafaela María lo expresa claramente en su carta a M. Felisa en 1887)

 Esta actitud es el aspecto más importante de nuestra vida. Abrazamos a los niños que vienen a nosotras con el corazón abierto y cálido de Cristo, entonces pueden experimentar profundamente el amor de Dios y desarrollar la capacidad de amar – hacia Dios, hacia los demás y hacia sí mismos tal como son. Por eso difundimos la mirada amorosa de Dios como Padre y Madre para que descubran su singularidad con esperanza y valentía.

Me he dado cuenta de que para ser una buena educadora, una persona necesita tener un gran deseo de hacer una diferencia sustancial para el futuro de los demás y proporcionar una buena transformación para la vida de alguien a través de la educación. Y hoy, con la espiritualidad de nuestra Madre Fundadora Santa Rafaela María, estoy llamada a ser contemplativa del corazón de Cristo, que está encarnado en el corazón de cada ser humano para reparar, sanar, traer Vida, la Vida que he descubierto en Cristo, para llevar adelante continuamente el carisma de la educación en el mundo de hoy. Me encanta ser el canal de Su amor y esperanza para los niños, pues creo que educar es amar. Este amor es el camino para transformar el propio futuro y crear las posibilidades para que una persona se desarrolle integralmente. Como una pequeña Esclava, dondequiera que esté, trato de reconocer, valorar, amar y proyectar las buenas semillas en el corazón de los niños para que puedan ser lo mejor de sí mismos como criatura amorosa de Dios.

La educación evangelizadora -la pedagogía del corazón- fue realizada desde el principio por las primeras Esclavas, y hoy el Señor nos invita continuamente a colaborar con Él en nuestra misión reparadora al corazón de Jesús. Gracias a nuestro Dios Todopoderoso por seguir transformándonos cada día a través de la educación y como mujeres de fe, esperanza y amor, estamos cimentadas y firmes en Su corazón e intereses, continuando dedicadas a la educación evangelizadora para mayor gloria de Dios – Amar primero, enseñar después-

Beatriz Pereira De Araújo, ACI