01 Jul primeros votos en bogotá
Qué alegres suelen ser las vísperas de las grandes fiestas. Pues para los votos de Juliana nos reunimos en unas Vísperas- Adoración, donde se percibía un delicado aroma lleno de alegría, amistad, cariño, compartir, recordar, donde el centro lo ocupaba Jesús expuesto a la adoración de la comunidad.
Además llevábamos varias semanas preparando lo relacionado con los cantos, el arreglo de la capilla, de la mesa compartida con las Hermanas de la Residencia, de la transmisión de la ceremonia para compartirla con su familia y las comunidades de la Provincia, en fin, esos detalles que nos comprometen a todas y nos hacen sentir fuertemente el ser comunidad. Fue una hermosa preparación para la fiesta.
El 29 de junio, día de S. Pedro y S. Pablo fue el elegido para este acontecimiento. Como si el mismo Dios lo hubiera escogido. ¡Qué lecturas tan elocuentes para esta Eucaristía! Celebró el P. Víctor Martinez SI, con quien nos une una gran amistad, quien logró superar las dificultades ocasionadas por el aislamiento que estamos viviendo por el coronavirus.
Quiero detenerme en aquellos puntos que nos tocaron el corazón y cuestionaron a todas, cuando se dirigió a Juliana diciendo: no vas a hacer votos de pobreza, castidad y obediencia a unas normas, sino como respuesta de amor a Jesucristo. Y esos votos debes vivirlos desde un “sano realismo”, “ “con valentía “ y “compromiso”.
Sano realismo, con un polo a tierra en el aquí y el ahora, para que como mística profeta puedas encender otros fuegos desde tu fuego apasionado por Jesús.
Vivir tus votos con valentía, pues siempre han sido contraculturales y la lógica moderna los cuestiona. Eso nos cuesta en la práctica cotidiana.
Vivirlos con gran compromiso y apasionadamente, sabiendo que no se debe al esfuerzo personal sino que surgen como respuesta al amor de Jesucristo, que te lleva a vivir una presencia solidaria con tus Hermanas, con tu familia, con quienes te relaciones, con los pobres, transparentando este amor apasionado por el Reino.
Estas palabras no eran solo para Juliana sino para todas las Hermanas, para vivirlas, como María y como Santa Rafaela, en el encuentro con el Misterio de Dios en la sencillez silenciosa de cada día.
Josefina Castillo aci