DÍA 8

roma

Como dijimos, a los 42 años Rafaela parte para Roma, allí va a vivir el resto de sus años. Va a Roma para ser cimiento del Instituto, para mantener la unidad, nada tan importante como eso. Comienza a vivir desde un rincón de Roma, allí vibrará al compás del Instituto, de la Iglesia, del mundo…

Una vida escondida, físicamente reducida a cuatro paredes, aunque su corazón las traspasó. Años de sufrimiento, de despojo… años que dieron fruto y fruto en abundancia. Su fidelidad, su serena fortaleza, su fe… movió montañas en el espacio y en el tiempo.

Rafaela escuchó en el día a día a su Señor de la Vida. No estaban sus miras en el triunfo ni en el éxito ni en la fama. No fueron años fáciles. A veces, el paso del tiempo se le tuvo que hacer insoportablemente largo… No sabía cuánto iba a durar… pero fueron 32 años vividos día a día, intensamente.

Rafaela no podía protagonizar obras; se dedicó a consolar, animar, reanimar, comprender, a mantener a toda costa la serenidad. Observa la vida y observa el mundo, la humanidad doliente, los acontecimientos históricos, la realidad concreta de cada hermana, los problemas y alegrías de sus familiares, todo cabe en su mirada y pasa a su corazón.

Uno de sus últimos trabajos fue bordar. ¡Cuánta puntada tan pensada, tan cuidada! Bordó su vida. Entretejió todos los hilos de su historia con infinita delicadeza y cuidado. Si buscásemos “pasiones” de Rafaela, fácilmente saldrían por ejemplo su deseo de unión y su lucha por la paz. “Todas unidas en todo como los dedos de la mano”. “Seamos personas de paz y fiesta”. Cada hilo tiene su color y su grosor… juntos y entrelazados, ¡qué tapiz nos puede salir!; pero no hay un solo color, no hay un solo hilo…

“… y nada será capaz de bambolearme. Cuanto más apretada, más confiada y más abandonada en Dios y muy asida a Él por la oración, la que debe ser siempre mi alimento y ni por nada ni por nadie abandonarla. Y si estoy como abandonada de Dios, colgarme más de Él y rendirle a pura fuerza”.

“Dios vive en ella (mi alma) y le da superabundantes fuerzas, como la savia a las plantas, para desarrollarse y crecer e robustez y frescura. Además parece que hay entre Dios y ella la unión estrecha del sacramento indisoluble y, por lo tanto, que no puede haber separación ya entre las dos”.

 

“Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Buscad, ante todo el reinado [de Dios] y su justicia, y lo demás os lo darán por añadidura. Así pues, no os preocupéis del mañana, que el mañana se ocupará de sí. A cada día le basta su problema.

(Mt 6, 21. 33-34)

¿Dónde está mi “tesoro”?, ¿en quién tengo puesta mi confianza?, ¿desde dónde actúo y me vivo?

Oración a Santa Rafaela María

Contigo y como tú, queremos decir a nuestro Dios y Señor, la oración de san Ignacio:

“ Tomad, Señor y recibid toda mi libertad,

mi memoria, mi entendimiento

y toda mi voluntad

Todo mi haber y mi poseer,

vos me lo disteis a vos Señor lo torno.

Todo es vuestro,

disponed a toda vuestra voluntad.

 Dadme vuestro amor y gracia

que ésta me basta”.